miércoles, 9 de abril de 2008

Tailandia

Este es otro artículo que fue escrito para esa revista que nunca vió la luz. La idea era contar viajes desde la experiencia personal y no desde el turismo tradicional. Este relato es 100% verídico.
Saludos



TAILANDIA

Era diciembre del 2001. El país iba perdiendo abruptamente su maquillaje. Racing club ponía fin a la agonía de sus hinchas y yo estaba, junto a dos amigos, haciendo lo que parecía mi último viaje con pesos con valor de dólar.
El destino era el sudoeste asiático. ¿Qué buscaba? No lo sé, probablemente un cambio. Parece que siempre se busca un cambio cuando se viaja. Pero en verdad buscaba encontrarme con un lugar que soñaba mágico, místico, imposible de abordar desde mis propios ojos, desde mi lengua, desde mi visión del mundo. Ibamos a encontrarnos con otro continente buscando encontrar un poco de magia con la cual alimentar nuestras vidas.
Todo resultaba insólito. Absolutamente todo parecía increíble o bárbaro. Y nosotros tres, faltos de inglés, no hacíamos más que observar e ir descifrando las cosas según nuestra intuición. Tailandia era un libro que nosotros traducíamos con torpeza e incredulidad. Y por fin, llegó la prueba de que estábamos en un país mágico, que habíamos llegado a ese lugar dónde la magia podía tocar y transformar nuestras vidas.
Fue un día después de año nuevo. Estábamos en una isla pequeña (tan pequeña era que después del famoso Tsunami no existe más). La noche anterior habíamos festejado con los isleños y los turistas en el hotel grande de la isla. Habíamos bebido, bailado al ritmo de Manu Chao y de tantos otros artistas occidentales.
En cambio, ese día nada nos recordaba a nuestras tierras. Estabamos con Cha, el dueño de las cabañas que alquilábamos en la isla, sobre la parte más poblada por el bosque. Todo era silencio, mosquitos y la luz intermitente del cigarro de Cha que consumíamos entre todos los turistas y los isleños. Así festejaban ellos el año, fumando unas hierbas extrañas con gusto amargo y efectos extraños.
Nos fuimos a dormir muy cansados y atontados. A la media noche la luz artificial se cortaba y todo quedaba en una oscuridad muy espesa. Los tres dormíamos en una misma cama, no muy amplia. Estaba envuelta en un gran mosquitero.
Fue juancito quien me tocó el hombro y me pidió que escuchara. Guille estaba parado en algún lugar invisible de la casa. Murmuraba algo y se notaba que tenía miedo.
- ¿qué pasa? – Preguntó Juan. Apenas podía mantener abierto mis ojos y mucho menos podía hablar.
- Si no tenía tantas ganas de ir al baño. Ahora me voy a morir. La pucha- Decía Guille
- Pero ¿qué pasa? – Insistía Juan.
- Escucha – dijo Guille. Sentimos que quiso mover un pie y enseguida un rugido que cortaba la choza por la mitad. Alguna fiera tenía acorralado a Guille contra una de las paredes.
- Vení hacia nosotros – Le pidió Juan. Pero era imposible. Apenas se movía y el rugido se hacia sentir sobre la noche.
- Tengo las piernas envueltas con una frazada para que no me haga nada. Dijo Guille de repente y Juan tomó la almohada.
- Cuando golpee el piso salta hacia la cama – Propuso. Estaba por hacerlo cuando se freno de golpe. – Puede saltarte a la cara - agrego.
- No hagas nada, no hagas nada – grito Guille con pánico.
A penas podía escucharlos pero estaba demasiado atontado como para poder ayudar con algo. Cada tanto me dormía y me volvía a despertar. Juan y Guille seguían pensando estrategias para liberarse del gruñido pero cada nueva idea resultaba tener peores consecuencias porque el gruñido era cada vez más fuerte y los gritos nuestros también. En un momento pensamos en saltar los dos de la cama para tratar de asustarlo pero todos temíamos resultar heridos.
Los gritos que dábamos entre nosotros eran tan fuertes que despertamos a alguien. Escuchamos pasos que subían los escalones de la choza y abrían la puerta.
- Whas happend? – preguntó una voz detrás de la linterna. Su inglés era tan malo cómo el nuestro.
- We have problem – Dijo Guille aliviado.
La linterna comenzó a subir y a bajar en el aire con una velocidad inusitada y siguiendo el ritmo de una carcajada eufórica.
- I see – dijo Cha. La linterna iluminó el piso, justo dónde estaban los pies de Guille – You have problem with the kittens – dijo y nosotros miramos los dos gatos que estaban bajo el pie de Guille. Debían tener una semana como mucho y gritaban como locos cada vez que Guille movía el pie sobre ellos. Lo que sea que nos haya dado Cha para festejar, más la sugestión de la noche habían transformado esa queja en un gruñido terrorífico.
Eramos tres nabos jugando a hacernos los exóticos. Nos dormimos sintiéndonos así.
A la mañana, salimos de la cabaña. Los vecinos nos miraban. Las italianas con las que habíamos bailado en año nuevo nos sonreían de lejos. Unos australianos nos miraban desde el restaurante. Un francés que estaba preparándose para bucear se detuvo y nos miró. No era para menos. Anoche habíamos hecho mucho ruido por dos gatitos ridículos. Se acercó una pareja de Alemanes con los que nos llevábamos bien. El estudiaba español.
- ¿Esta bien? – preguntó – Ayer escuchamos ruido. Parece que usted estar muy locos – Se río – Pero Cha decirnos que tenían una vibra, una gran boa debajo de su cabaña. Ustedes pelear y gritar hasta llegar él. Muy bien. El atrapar y ustedes vivos. Increíble!
Le sonreímos. ¿Con qué eso había pasado? No, no sólo eso. La boa, según lo que Cha había dicho, era muy antigua y entonces no se podía matar. Tuvo que nadar toda la noche hasta otra isla, una pequeña y deshabitada, y dejarla allí.
De golpe, caminábamos por la playa, sonriendo y saludando desde un heroísmo totalmente inventado. Claro, estabamos en Tailandia, donde tres nabos que huyen de dos gatos recién nacidos pueden ser héroes una noche.
Tailandia nos había tocado con su misticismo. Nosotros sólo podíamos brindar y seguir. Eramos cómplices. Debíamos conservar el sueño que también nosotros habíamos venido a buscar.

4 comentarios:

paula varela dijo...

uff!
tailandia / el humo del misterio turbando la mirada /
el rugido oscuro
las estrategias contra el miedo
y el absurdo...

fascinante viaje
me regalaste!

Ygriega dijo...

ale... lograste trasportarme a ese mundo ke parecía tan lejano... y ke anekdota! un mundo intangible y alucinógeno resumido en un rugido felino... la apertura a lo diferente y la buskeda por excelencia. cito a paula: fascinante!!

Manco Cretino dijo...

Ja! Qué desenlace, hermano! Jaja!
¡¡¡Digno de gente como uno!!!
Realmente me sentí parte de ese grupo (sacando el hecho de que no fumo). Vivo situaciones parecidas... en lo que sería mi estado de lucidez (supongo que es por...).

KnotNotNow dijo...

Genial Alelito, me encantó.

Besos