viernes, 16 de octubre de 2009

No voy a dejarme convencer. Si los hombres no tenemos alas es porque las desperdiciaríamos volando en círculos y despoblaríamos el cielo en semanas. Está tan trabada la señora en la cola del supermercado que sigue poniendo cosas en el chango sólo para pasar el tiempo y yo estoy harto de esperarte a que te decidas si es mejor saltar o no. A ver cuando peleas por no parecer un perro en celo, un gato curioso y un fanático de la coca cola. Si fuéramos acuáticos viviríamos en el fondo del mar, bien al fondo, a 4.000 leguas de viaje submarino, devorándonos las especies luminosas. Es tarde y la señora de la esquina no avanza, la cadera se le volvió a atorar. ¿Y me pides que confíe en los seres humanos? El chico es tan chico que hamaca las piernas en el subte mientras su madre es una señora con tetas de plástico que llora por un chico no tan chico que se pasea desnudo en su cama una vez por mes. Ayer dormí todo el día y el teléfono no sonó. M sentí feliz y triste. Como todos. No voy a dejarme convencer si el que habla con palabras blancas mancha todo con sus manos que hacen cosas que van en contra de sus palabras ¿Y me pides que confíe en los seres humanos? Los principios no están al final, están al principio y quedan tan atrás que nadie llega a recordarlos. Si los hombres pudiéramos hacer lo que deseáramos a cada segundo, cada segundo seríamos otra persona. El tipo que duerme en la esquina de casa, entre cartones, ese que hace asados frente al árbol que está enfrente del banco, ese que cada dos semanas vienen a sacar con la policía dice que es dueño de esa esquina y que no necesita papeles porque no quiere prohibirle a nadie que este ahí. Soñé con una chica que no conozco y se me ocurrió pensar que quizás alguna chica soñó conmigo sin conocerme. La diferencia entre una acción buena y una mala está en las consecuencias no en los actos en si ¿Y me pides que confíe en los seres humanos? La mejor manera de volver ilógica cualquier lógica es enfrentarla con otra lógica. La mejor manera de perdonar es la de aceptar las propias limitaciones pero como nadie es buen inspector de sus propios crímenes, acá estamos, enojados. ¿Y? ¿Vas a saltar o no? El café se enfría, no tengo toda la mañana. Hay cosas más importantes, siempre hay cosas más importantes. Está repleto de cosas importantes que se vuelven insignificantes frente a la importancia de otras cosas. Por eso me cuesta tanto jerarquizar. Todo es importante menos lo importante, que de paso, y entre nosotros, no se bien que es. No voy a dejarme convencer de nada, ni voy a convencerte de nada. Pero dudo que sin esa lucha podamos establecer algún vínculo. Si los hombres fuéramos invisibles todo sería igual. Al fin y al cabo, nos movemos en secreto, hacemos las cosas significativas en secreto y las pavadas las promocionamos con bombos y platillos. Es mucho más fácil y seguro. Ser el tonto que trabaja ocho horas. El tonto que cuenta chistes tontos. Pero es mucho más difícil aceptar que somos el complicado que se atraganta con dudas o que se paraliza de miedos. Eso se lo dejamos a los pocos que invitamos a nuestra intimidad. Que injusto, que en el amor hagamos las cosas feas y en los vínculos fáciles las cosas lindas. Ayer me causó gracia lo que leí en un libro, que las personas más lindas tienen acceso a las cosas más horribles de la psicología humana. Tienen que soportar que las personas se les lancen encima, las llenen de maletas cargadas de erotismo barato, de piropos de cartulina y se comporten como pelotudos que quieren atraerlos a toda costa. Desde esa perspectiva, solo los lindos conocen la miseria ajena. Feo premio para la belleza. Ya sabes, si te gusta alguien lindo, tratalo con distancia y malhumor. Te lo va agradecer siempre. Un poco de cordura vale mucho en estos tiempos. El sentido común esta tan sentido que de común ya se vuelve excepcional. Pero bueno, si queremos ser originales, es natural que esquivemos lo común. Lo malo de lo original es eso, que debe mutar todo el tiempo para seguir siendo original. Y hay estamos inventándolo todo cada día. Al fin y al cabo somos creadores. Criaturas que crean sin creer. Nos criamos sin creencias y ¿me pides que confíe en los seres humanos? Prueba y error sería un buen subtitulo para la vida. Pero la palabra prueba está cargada de escolaridad. Y acá no hay quien te apruebe. Digamos que la vida es error y error. Por lo tanto lo mejor es errar. Ir de acá para allá. Ir de allá para acá. Pasear, como quien dice. Caminar y caminar, sí, sí, que el camino se hace al andar. ¿Y? ¿Vas a saltar? Sigo esperando. Podemos agarrarnos las manos un rato y caminar. Podrías distraerte un poco. ¿Quién te dice? Quizás, al rato, ni te acuerdes de la ventana. No te voy a convencer. No se puede confíar en los seres humanos. Ni en uno mismo. Pero lo lindo de errar es que uno sabe que de cualquier manera hubiera errado. Y esta bueno eso, ¿sabes? Vuelve un poco todo menos dramático. Y si saltas ¿no es como tratar de darle una verdad al error? Mejor bajate y vení. El café esta frío. Pero la cerveza también. Y hoy dan una película que dicen que esta buena. Y en la cama que se yo, en la cama podemos jugar a crear abrazos raros. No se, vos velo. Pero no voy a dejarme convencer en que debemos confiar en los seres humanos o reventar. No me voy a dejar convencer. Así que vos manéjalo. Yo voy a comprar unas papas y a ponerme en calzones que me dieron ganas de estar entre las sábanas y dejarme caer un poquito en el lugar común que, aunque sea común, al menos lo puedo llamar lugar.

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