jueves, 12 de agosto de 2010

Mi parte cursi

No tengo ningún plan. De eso estoy convencido y, sin embargo,… a veces actúo como si lo tuviera… si me vieras, a pura convicción, seguro de lo que quiero y cómo lo quiero.
Pero no, no tengo ningún plan.
Digamos que son raptos de improvisación los que me mueven. Raptos de improvisación que una vez finalizados y bajo el análisis de la racionalidad toman forma de estrategias. Pero minga!... nunca sé por qué te dí aquel beso en la barrera del tren, ni por qué repetí esa escena con otras, como si el amor fuera el mismo siempre, a pesar de las caras, de los labios, de los nombres. ¡Como si el amor pudiera ser siempre el mismo!
No tengo ningún plan. Acaso tengo la risa que me mueve, el llanto que me frena y el cuerpo que es mi billetera, mi valija y mi ataúd particular.
No tengo plan. Y aunque lo tuviera siempre saldría mal, porque las cosas no pueden escribirse… bah, pueden escribirse, pero sólo eso… como botellitas en el mar. Deseos, esperanzas… pero los actos, los actos tienen la fuerza del azar y por eso, cada vez que pongo un pie en la calle, sonrío y me doy cuenta que vivir es caminar cada día al borde del abismo. No, no tenemos plan, ni estrategia. Desearíamos que sí, que todo estuviera bajo nuestro control pero…¿realmente lo desearíamos?.
Vivir es ir tropezando, como chicos, con las rodillas raspadas, las manos un poco sucias y la inocencia de no saber nada, sólo que correr y cansarnos y soñar es para lo que estamos condenados. Alegremente condenados.

1 comentario:

Leo dijo...

excelente excelente! por que a mi no se me ocurren cosas así para escribir? debe estar bueno escribir y que los que leen consideren que sos la mano que pone en palabras lo que no se puede explicar. Tiremonos flores que es gratis, Farías!