viernes, 11 de julio de 2008

Insomnio



Es raro pero las cosas no son importantes hasta que faltan. Un ejemplo trillado sería el de la respiración. Algo mecánico, algo en lo que no pensamos nunca y sin embargo, un día falla y zaz! Cagaste fuego. El sueño es algo así no? Uno se acuesta después de un largo día cierra los ojos y listo. Así de simple. ¿Pero si un día no llega? ¿Si el sueño de golpe falta? Entonces todo su mecanismo se vuelve absurdo y cuestionable. ¿Qué significa dormir? ¿Qué pasa con nuestro cerebro en ese momento? ¿Y con nosotros? ¿A dónde nos vamos? ¿Y por qué es tan necesario irnos de vez en cuando a esa zona extraña? ¿Y por qué no podemos ir hasta ese lugar estando despiertos? De ese modo podríamos vivir ese viaje de modo conciente y así poder asimilarlo como experiencia y no como intuición, como ilusión.
Siempre entramos al sueño como a un vago recuerdo, como a una imagen imprecisa, como a una extraña duda.
El mundo se divide en lo que vemos y en lo que intuimos. ¿Y qué es lo real?
¿Por qué las cosas lindas son las que parecen inventadas y sacadas de lo común?
¿Por qué no podemos volar en la realidad y trabajar en el sueño?
¿Pero la realidad es la parte del cansancio y la mentira la del sueño? ¿O ambas son reales? ¿O ambas son mentira?
Y el sueño hoy no llega y hago todo por dormirme. Hago cosas con mis manos como me dijo Magda una vez. Que a veces después de tocarte te dormís pero no hay caso.
Cuento ovejas. Bah, de verdad no creo que haya nadie en el mundo que cuente ovejas. Es algo completamente absurdo.
Corro por la casa. Pero en vez de cansarme me despierta más.
Veo tele, un montón. Me pican los ojos pero de sueño nada.
Leo un libro. Lo tiro y me siento en la cama.
Aprieto fuerte los ojos para ver si se cierran pero nada, che.
Cuando el sueño no quiere no hay con qué. Será que es una cuestión de conservación, y que si uno está excedido de más allá, excedido de correr y no avanzar, de pegar y no poder, de ir desnudo al colegio, de que las cosas parezcan ser familiares pero sin sus detalles. Es decir, que si de golpe uno ha tenido una sobredosis de fantasía,
por semanas se queda despierto (sin poder evitar mirar el escritorio y la pared, sin que nada vuele, ni se transforme, sin que nada, absolutamente nada, pierda la compostura) para nivelar y llenarse de realidad.
El insomnio sigue y sigue y es como una sobredosis de aburrimiento, de fijeza, de prosa, de orden.
El insomnio sigue y poco a poco nos enseña a añorar los personajes absurdos (esos de “soñé con voz pero tenías cara de nena”) y las situaciones inexplicables (esas de “jugábamos al fútbol en una pileta”). Porque el sueño tiene eso, nos enseña a desordenar el mundo, a asumir el caos, a no tener como limites las paredes.
Es verdad, tengo una semana de insomnio. Pero va a pasar pronto porque ya tengo ganas de trampear. De agarrar lo que veo y de romperlo todo, de combinarlo, de transformarlo. De otra forma, ¿quién podría vivir?

1 comentario:

LF dijo...

El insomnio ¿será para ver la noche, como tal?
Ale!!! Vos, de la segunda persona va con ese y vez de veces va con zeta!
Buenísimo igual!! Encima soy yo ahora la que te lee y la que tiene insomnio!!