lunes, 1 de octubre de 2007

Acerca de la simetría


Un día pasa, viste?, qué te descubrís en otros, como en extrañas simetrías.
Ayer, por ejemplo, descubrí un hombre que contaba los vagones del subte para subirse en el cuarto y bajar justo en la escalera mecánica. Lo vi hacerlo de un modo descarado, señalando con el dedito y diciendo: uno, dos, tres y cuatro. Lo mismo que hice mil veces pero de modo silencioso y cobarde. Y si él me pareció irritante con su manía, qué pensar de mi entonces que la practicaba de manera natural, de manera secreta. Hay veces que pasa eso, que alguien hace de espejo y te desnuda un rasgo tuyo que quisieras no tener como este enano calculador, fiaca y cómodo que tengo adentro y que calcula hasta el horario de los colectivos para no tener que correr ni tener que abandonar la cama antes de lo necesario.
Dicen que ya existen laboratorios dónde la misma gota de agua está en dos lugares simultáneos. No me creo capaz de definir si eso significa un desplazarse en el tiempo o sólo en el espacio aunque yo creo que la sustancia que todo lo envuelve es el tiempo y que el espacio es uno o quizás ninguno; así como los hombres son uno o quizás ninguno. Por eso no me extraña que en la reunión de ayer me encontrara entre los invitados a una pareja que emulaba casi al cien por ciento a otra pareja de amigos. Los primeros (X e Y) fueron amigos del primer año de facultad y hace como unos diez años que no los veo. Recuerdo que la primera vez que la vi a ella me trajo la viva imagen de mi amiga X: el tono blanco de la piel, la altura, la flacura, la sonrisa, la mirada entre inocente y cruel.
Bue – pensé- tampoco existen tantas posibilidades de combinación. Digo, es natural que entre tanta gente una nariz se repita de cuando en cuando, alguna ceja o una oreja. Sin embargo - me contradecía - esto es distinto. No es un rasgo, es una manera, como si fueran dos autos distintos con el mismo motor.
Después lo conocí a él y decididamente supe que entre ellos y X e Y existía una simetría que escapaba a cualquier orden. Él era igual de aparatoso que Y. Escondía el mismo miedo y él mismo afán de notoriedad ante ella y ante los demás. Tanto ella como X, se replegaban ante su presencia, entre avergonzadas y admiradas por el chiste absurdo que él largaba a los demás en el esfuerzo de sonar ingenioso, en el intento de demostrar que estaba ahí y que era original, único, un ser al que había que atender.
Pero yo sabía que no, que tanto él como ella estaban destinados a separarse como lo hicieron X e Y, que lo que ella veía en él era sincero pero lo que ellos veían en ellas no porque necesitaban de una atención que ni ella ni X podían darle ya que su naturaleza era curiosa, abierta, simpática. La de él y la de Y también, pero su simpatía era hosca, cansadora, absurda hasta lo ridículo. Una simpatía que mantenía la profundidad de su ser en una zona de reserva absoluta que creo que ni ellos se animaban a ver.
Y mientras él decía algo que sonó gracioso pero muy pensado, yo pensé en que Y estaría en Madrid haciendo un chiste parecido y gastándose el alma por pensar el siguiente.
Tampoco me resulta extraño encontrarme con la sonrisa de Juan en la sonrisa de un cantante, o la manera de caminar esforzada de Roxana en alguna que otra mujer, ni el tic de los dedos de Fabián en el portero de mi edificio.
Tampoco me resultaría extraño ver mis ojos llorando en la cara de otro. Ni ver mis manos finas y medio femeninas en las de algún tipo que manguea en el tren. Mucho menos me resultaría extraño cruzarme en la calle conmigo mismo y sonreírnos y seguir de largo mirando cuantas baldosas hay rotas y por qué, mientras dejamos la cuadra vacía y al tiempo intranquilo.
No, no me extraña que las cosas no sean únicas, ni que las personas no sean muchas sino una o ninguna ni que el tiempo fluya como un río en el que no podemos bañarnos dos veces. No, no me extraña que el mundo sea un solo punto reflejado en cadenas de espejos en perfecta simetría. No me extraña, no, pero un poco me entristece, para que fingir.

2 comentarios:

F. dijo...

Ale,
viejo, esto es una joyita, o sea una de esas cosas pequeñas y deslumbrantes que uno se encuentra perdidas en medio de algo donde entrás en silencio, mirando y un poco curioso (una caverna, el cuarto de alguien que ya no existe, el depósito de un banco). Tenés esa manera con las frases que ya te dijeron otros y que hasta yo te mencioné. Siga escribiendo, viejo, y a ver cuándo nos vemos.
Abrazo.

Ana Domenech dijo...

no se que decir esta bueno el blog

Besitos